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El renacer de Cartagena: 10 motivos para querer a la nueva Carthago

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  • miércoles, 21 de agosto de 2019

REVISTA TRAVELER. Fundada en el 227 a.C., la ciudad de Cartagena ha sido un enclave de lo más cotizado a lo largo de la historia de la Península Ibérica. Su localización geográfica, su puerto y sus minas de plata atrajeron a cartagineses, romanos, bizantinos y musulmanes, hasta que Fernando III ‘El Santo’ la incorporó a Castilla. Sin embargo, a finales del siglo XX Cartagena entró en un período de decadencia nada merecido.

Tras la creación de Cartagena Puerto de Culturas, la marca turística de la ciudad, el histórico enclave portuario ha vuelto a ser todo luminosidad, vida y diversión. Aprovecha el momento y visítala sin prejuicios. ¿Aún no sabes por qué? Pues, al menos, por estos diez motivos:

1. EL TEATRO ROMANO

El Teatro Romano de Carthago Nova es la joya de la corona. Se descubrió a finales de los años 80, cuando se encontraron restos durante la excavación de un solar. El proceso de recuperación se puso en marcha y hoy el Museo del Teatro Romano es una muestra portentosa de la importancia de la ciudad en la época del Imperio Romano.

Datado en el siglo I a.C., el teatro tenía capacidad para 7.000 espectadores. Tras ser afectado por un incendio en el siglo III, el teatro fue abandonado hasta convertirse en un mercado. En el siglo XIII se construyó la Catedral de Santa María la Vieja en la zona superior. Aunque desde 1939 estaba en ruinas, ahora es el aspecto más característico del complejo, como testigo de los diferentes usos que se le dio al edificio. Ya en la Edad Contemporánea, en la superficie del teatro se situó uno de los barrios más deprimidos de la ciudad y su fisionomía quedó oculta.

Pero hoy podemos afirmar que Cartagena no sería lo mismo sin su teatro romano, que acabó siendo el motor de recuperación de la ciudad. Siéntate en la ima cavea e imagina que eres parte de las clases privilegiadas de la Antigua Roma disfrutando de una representación teatral entre los blancos, grises y rojizos de la piedra.

2. ARQUITECTURA

¿Habrías pensado que Cartagena pudiera ser ejemplo de arquitectura modernista? Pues sí. No todo es Bruselas, Buenos Aires o Barcelona. La prosperidad que trajo consigo la industria de la minería a finales del siglo XIX creó una nueva burguesía enriquecida, y el diseño arquitectónico del centro histórico de la ciudad se transformó con edificios estilo art nouveau.

El Palacio Consistorial es la mejor bienvenida que Cartagena podía tener. Inaugurado en 1907, es el primer gran edificio que se observa al acceder a la ciudad desde el puerto, y decir que te va a dejar ojiplático es poco. Mármol blanco, escudos, ventanas elípticas, vidrieras… incluso se pueden ver algunos agujeros de bala de la Guerra Civil en sus cúpulas.

También el arquitecto modernista Víctor Beltrí dejó su impronta con sus creaciones curvas y coloristas. Entre ellas, tres Bienes de Interés Cultural: el Palacio Aguirre, Villa Calamari y el Gran Hotel. Pero hay muchos más ejemplos, como Casa Maestre, el Palacio Pedreño, Casa Zapata y el Casino de Cartagena, de más de 2000 metros cuadrados.

Eso sí, ten en cuenta que pasear por Cartagena no te permite bajar la vista en ningún momento… ¡el dolor de cuello puede ser considerable!

3. CALA CORTINA

Por si la oferta cultural e histórica de Cartagena fuera poco, resulta que también tiene la segunda mejor playa de España según los lectores de Traveler. No creerás que estás solo a 3 kilómetros del centro de Cartagena cuando visites Cala Cortina, la combinación perfecta entre aguas claras, relax playero y accesibilidad, además de unos alrededores de lo más imponentes, como las antiguas baterías de cañones para la defensa de la ciudad.

No imagines la típica playa urbana en la que te das un baño con vistas de la oficina o el piso de tu ex al fondo, porque Cala Cortina está lo suficientemente bien situada como para que no lleguen a ella los efluvios del asfalto. Formada con arena volcánica, es una de las playas más conocidas de la Región de Murcia y excepcional para escaparse unas horas del ajetreo y el asfalto. Intenta ir entre semana para un extra de sosiego.

4. SU SISTEMA DEFENSIVO

Tan importante defensivamente ha sido siempre Cartagena que, a finales del siglo XVII, pasó a ser la ciudad donde pasaba el invierno la escuadra de galeras. Fue solo el principio de la construcción de más de 20 baterías de artillería para proteger la zona, que hoy se disponen a lo largo de las montañas en la costa desde Cabo Tiñoso hasta Cabo Negrete.

Dudamos que la pasión por las historias bélicas se te desborde tanto como para visitarlas todas, así que puedes empezar por las más conocidas, la Batería de Castillitos y el Fuerte de Navidad. La primera está a 250 metros de altura en el Cabo Tiñoso. Su apariencia de castillo medieval le ha valido fama entre los ‘caza-rincones’. Aunque lo verdaderamente impactante es la vista de la bahía de Cartagena, hacia la que sus cañones dispararon cuando aparecieron los buques del bando nacional durante la Guerra Civil.

De estilo neoclásico, el Fuerte de Navidad permanecía abandonado desde 1941. Hoy, la batería está adaptada para mostrar la vida militar en las fortalezas del siglo XIX, así que es la mejor manera de entender el sistema defensivo de Cartagena sin necesidad de acabar con ampollas en los pies. Firmes, ¡ar!

5. LA COMIDA

¿Qué te vamos a decir que no sepas de la cocina española? En Cartagena lo tienen claro, y disfrutan de auténticos templos al buen comer como Bodega La Fuente, donde producen sus propias anchoas y las soban a mano en un mostrador especial.

Y es que los salazones son muy importantes en la gastronomía cartagenera. Así es como se conservan desde la antigüedad muchos de los pescados del Mediterráneo o el Mar Menor. Mújol, bonito, sardinas, corvina… elegir se te hará difícil.

Pero el rey es el caldero, un arroz caldoso acompañado de pescado de la zona que raramente te podrás acabar (las raciones son propias del general cartaginés Asdrúbal) pero cuyas sobras siempre pedirás para llevar. El de La Marquesita está más que delicioso.

Tan disfrutones son aquí que tienen hasta su propio café, el asiático, que combina café, leche condensada, coñac, canela, corteza de limón y el famoso Licor 43 cartagenero.

6. EL PUERTO

Si algo es culpable del devenir histórico de Cartagena es su puerto. Antes abandonada y oscura, ahora la zona del paseo de Alfonso XII y la fachada marítima de las murallas es la favorita de propios y extraños.

El puerto de Cartagena ha sido fundamentalmente militar y comercial, pero hoy se ofrece a las necesidades de la ciudadanía y del visitante como un espacio para el disfrute de la gente tanto al aire libre en terrazas, en el paseo marítimo o en mercados de artesanía como en el Museo Nacional de Arqueología Subacuátiva, el Museo Naval o el vanguardista Auditorio El Batel, que ha transformado el diseño de la zona. Suerte que no tengamos que enfrentarnos a ninguna flota invasora para regocijarnos en este santuario de sol, placidez y mar.

7. EL MAR

La situación costera de Cartagena la hizo ser deseada por las civilizaciones antiguas. El origen de ese deseo está totalmente justificado, porque la bahía de Cartagena es un disfrute para los sentidos. Si eres de los de “yo me lo guiso, yo me lo como”, puedes alquilar un velero y navegar por el Mediterráneo entre las montañas y fortificaciones que vigilaban las aguas. Sí, definitivamente, de ser un conquistador bizantino, también habríamos querido tener todo lo que abarcara nuestra vista.

También hay paseos en barco que zarpan cada día desde el puerto. Lo único de lo que tendrás que preocuparte es de qué sitio coger para quedarte atónito con la puesta de sol. Además, todos los jueves de agosto y el jueves 5 de septiembre puedes pasar la noche navegando a ritmo de soul en directo. Se nos ocurren pocas combinaciones mejores que música, champán y el mecer de las olas de la bahía.

8. LAS VISTAS

Tan preparada está la nueva Cartagena para tu visita, que hay hasta un ascensor panorámico para que puedas otear el perfil irregular de la costa, las colinas y el azul intenso adentrándose en el puerto natural.

El ascensor acristalado te lleva hasta la cima de la Colina de la Concepción, una de las cinco colinas de la ciudad, donde se encuentra el mirador a más de 40 metros de altura. El monte de Galeras y el de San Julián también son dos buenas opciones para los amigos de los paseos. En el primero está el conocido como ‘mirador del cariño’ donde, a iniciativa de un ciudadano de Cartagena que había perdido a seres queridos, se instaló un banco en honor al amor y la amistad. ¿Qué mejor manera de acordarse de los nuestros que divisando la bahía?

9. LOS ALREDEDORES

Toda gran ciudad lo es también por lo que la rodea. En este sentido, Cartagena tampoco se queda atrás. Naturaleza en el Parque Regional de Calblanque, ambiente marinero y buceo en el pueblo pesquero de Cabo de Palos, playas por doquier como El Gorgel o La Cala, navegación por las islas del Mar Menor, historia en el Parque Minero de La Unión… Recorre esta parte de la Región de Murcia en coche y date cuenta, por fin, de que la esquina sureste de la Península también merece el valor que nunca debió de perder.

10. SU PASADO… Y SU PRESENTE

‘Historia’ y ‘Cartagena’ deberían ser sinónimos. Al Teatro Romano se le unen muchos otros restos arqueológicos que dan fe de su papel protagonista en la historia de España, como en la muralla de las Guerras Púnicas, el Augusteum, templo dedicado al primer emperador romano Octavio Augusto, el refugio de la Guerra Civil... El carácter cartagenero se ha forjado a lo largo de los siglos y la hizo la última ciudad en rendirse a las tropas franquistas.

Hoy, Cartagena continúa haciendo historia a través de sus tradiciones y fiestas. La Semana Santa y las fiestas de Carthagineses y Romanos son de Interés Turístico Internacional, y su programación cultural tiene joyas como el Festival de Jazz, La Mar de Músicas y el Festival de Habaneras, un género musical originario de Cuba.

Porque nos quedan muchas razones, y queremos que las descubras tú.


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